¿Qué
crees que le dijeron a Walt Disney cuando a principios del siglo veinte soñaba
con hacer que los dibujos se movieran, hablaban y bailaran al ritmo de la
música?, ¿qué crees que le dijeron a los hermanos Wright cuando querían
inventar una máquina que volara con un ser humano dentro de ella?, ¿qué crees
que le dijeron a Steve Jobs cuando soñaba con comunicarnos con videos a través
de pantallas parecidas a un televisor del
tamaño de nuestra mano?
Cuando les hago estas preguntas a mis alumnos, la
mayoría de las veces responden: “que no se podía, que estaban locos, o que
era imposible lograr lo que soñaban”.
A partir de esta reflexión, la siguiente pregunta
que les hago es:
¿Qué característica crees que tenían en común Walt
Disney, los hermanos Wright y Steve Jobs? Y la respuestas más comunes son:
“Que creían en ellos mismos, en su potencial, y en su sueño”.
Si existe una característica esencial para lograr
que nuestros hijos tengan éxito en la vida, enfrenten sus miedos y sean
felices, es que crean en sí mismos, en su potencial. Y los padres somos el
pilar más importante para lograrlo.
Cuando nuestros hijos son bebés, no saben quiénes
son porque no tienen desarrollada esa conciencia. El bebé no sabe si es bueno
para gatear, bueno para sonreír, si será un buen amigo, o bueno en matemáticas.
Esto quiere decir que nuestros bebés no tienen definida su identidad. Esta
última se va desarrollando en la medida en la que los niños crecen a través de
de sus experiencias. Pero sobre todo, a través de lo que nosotros los padres
les reflejemos a nuestros hijos acerca de su persona en los diferentes momentos
de su vida.
Si al cometer un error les decimos: “Otra vez
lo mismo contigo, ya me tienes cansado de lo mismo”, el niño comienza a
creer que es un niño molesto. O tal vez le digamos: “no puede ser posible,
nunca cumples con tu tarea, eres un desobligado”, si esta frase la
repetimos constantemente, el niño comienza a creer que es una persona
irresponsable. Y si se convence de que es irresponsable, muy pronto esa creencia
acerca de si mismo se convierte en conductas de irresponsabilidad. En cambio,
si la mayor parte del tiempo le reflejamos a nuestros hijos frases como:
“Qué bien lo hiciste”, “parece que te estás volviendo muy
ordenado”, “me encanta saber que puedo contar contigo”, entonces
el niño comienza a creer que puede, que es ordenado y que es una persona
agradable y especial. Si él se convence de estas últimas características acerca
de su identidad, de manera inconsciente tratará de reflejarlas a través de sus
acciones.
Todos los días tenemos la oportunidad de crear
experiencias para nuestros hijos que formen en ellos una identidad positiva.
Elijamos cuidadosamente las palabras que utilizamos cuando hablamos con ellos.
Cada palabra que sale de nuestra boca es una semilla que llega a la mente
nuestros niños con el potencial de crecer y germinar dentro de ellos. Te deseo
que en la mente de tus hijos germinen frases que les ayuden a conocerse,
aceptarse y amarse. Para que, en un futuro, crean en sí mismos, en su potencial
y en sus sueños. Porque el sueño de cualquier niño tiene el potencial de
cambiar el futuro del mundo para bien.
¿Qué creen tus hijos a cerca de sí mismos? ¿Creen
que son ordenados?, ¿creen que pueden ser responsables?, ¿creen que son
limpios’, ¿creen que son sucios?, ¿creen que son inteligentes?, ¿creen que
pueden?, ¿qué les has reflejado a tus hijos acerca de si mismos en los últimos
años?, ¿tus hijos creen en su potencial?, ¿tus hijos sueñan con su futuro? Si
no estás seguro de las respuestas, te invito a preguntarles. Nunca es tarde
para comenzar