En la década de los noventas, Gottman publicó un libro que describía una investigación en la cual se habían comparado a dos tipos de familias. Por un lado, estaban aquellas en las que se enseñaba a los niños a identificar, comunicar y manejar sus emociones sanamente. En el otro grupo, estaban aquellas en las que ni siquiera se acostumbraba hablar de las emociones. Los hallazgos de la investigación reflejaron una gran diferencia en el desarrollo de los niños. En las familias donde se enseñaba a los hijos a identificar, comunicar y manejar sus emociones sanamente, había niños con mayor rendimiento académico, mejor auto estima, mayor capacidad para manejar sus niveles de estrés, mayores niveles de popularidad y aceptación entre sus compañeros de la escuela, adolescentes con menor tendencia a incurrir en conductas de riesgo y menos embarazos prematuros en las niñas, comparado con las familias donde no se promovía la inteligencia emocional.
Como terapeuta también he encontrado que en la medida en la que padres e hijos, aprenden a identificar lo que sus emociones les comunican, y a expresarlo con palabras, la relación padre hijo se fortalece.
Aunque hoy en día muchos conocemos las ventajas de desarrollar la inteligencia emocional en los niños, a algunos nos cuesta trabajo porque crecimos en familias donde hablar de lo que sentíamos con nuestros papás no se acostumbraba, y en el camino dejamos de conectar con nuestras emociones. De ahí la idea de crear un curso que comparta técnicas didácticas y divertidas a través de las cuales tú puedas enseñar a tu hijo la función de cada una de las emociones, cómo identificarlas y cómo crear un ambiente propicio en tu familia para que el desarrollo de la inteligencia emocional sea algo tan natural como tomar un vaso de agua.