Lo primero que hay que saber, es que nuestros pensamientos respecto a lo que vemos y percibimos son los únicos responsables de encender la emoción del miedo dentro de nosotros. Por eso, una lagartija activa la reacción del miedo en unas personas y en otras no. Quien reacciona con miedo ante una lagartija, piensa que de alguna manera ese animalito es una amenaza para él. Quien reacciona con calma ante una lagartija, piensa que ese animal no es amenazante.
Tomando en cuenta lo anterior, los miedos los podemos clasificar en dos tipos: los reales o racionales y los irreales o irracionales. Los primeros, son miedos activados por pensamientos que están basados en hechos reales y en la lógica. Un ejemplo de miedo real, es el que sentimos al ver a una persona que intenta robarnos con pistola en mano. La lógica nos dice que es un hecho que las pistolas pueden quitarnos la vida, especialmente en manos de alguien que nos intenta robar. Un ejemplo de miedo irreal, es el que experimentan los niños cuando los llevas a dormir a su recámara y les apagas la luz. A muchos niños les da miedo la oscuridad, no porque ésta sea una amenaza real para su vida, sino por lo que se piensan cuando están solos en su cuarto oscuro.
A nuestros hijos hay que enseñarles a diferenciar cuando sus
miedos son reales y cuando sus miedos son irreales, porque estos se resuelven
de manera distinta. Cuando los miedos de nuestros hijos son reales, hay que
enseñarlos a crear un plan de acción para se sientan seguros. Por ejemplo: si
tu hijo tiene miedo de reprobar la clase de matemáticas porque no le entiende,
el plan de acción sería hacer una estrategia con él para que logre comprender
la materia. Por otro lado, cuando los miedos de nuestros hijos son irreales,
hay que enseñarles a cambiar sus pensamientos irracionales, por pensamientos
basados en hechos reales. Por ejemplo, si tu hijo pequeño tiene miedo de dormir
en su recámara porque piensa que hay un monstruo debajo de la cama, o porque
piensa que algo le va a suceder al estar sólo, hay que practicar con él
mantener
pensamientos basados en la realidad cuando se vaya a dormir. Un ejemplo de
esto, sería pedirle a nuestro hijo que piense lo siguiente mientras se queda acostado
en su cama en la noche: “Los monstruos son de la imaginación y no existen.
Yo vivo en una casa protegida por mis padres que me cuidan y me aman. Por eso,
estoy a salvo y rodeado de amor en mi recámara.” Si tu hijo es muy
pequeño, puedes hacer una grabación con este tipo de pensamientos para que
antes de dormir los escuche varias veces. Y así, aprenda a enfrentar sus miedos
irracionales, al cambiar sus pensamientos irreales por pensamientos basados en
la realidad.
Enseñarle a nuestros hijos a resolver y hacerle frente a sus miedos, es una de las herramientas más poderosas para que tengan éxito en la vida.
Por último, quiero mencionar que además de crear un plan de acción cuando el miedo es real y de cambiar los pensamientos cuando los miedos son irreales, a veces sólo debemos dejar que nuestros pequeños hagan frente a sus miedos. Es como el primer día de clases, cuando dejas a tu niño llorando en la escuela. Él está asustado porque piensa que algo le puede suceder cuando está lejos de ti. Pero, al pasar los días, se da cuenta que la escuela no es un lugar tan amenazante como parecía al principio. Enfrentar su miedo, finalmente le permite ver que la escuela es un lugar para aprender, divertirse y tener amigos. Cada vez que impulsas a tu hijo a enfrentar y resolver sus miedos, tu hijo da un paso adelante hacía su independencia.