¡Ayuda con mi hijo y los electrónicos!

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“Mi hijo no se separa de los electrónicos y no sé qué hacer. Cada vez que le digo que ya es tiempo de apagar los videojuegos se enoja conmigo, se pone de muy mal humor y parece que peleamos por eso todo el día. Ya se lo he dicho por las buenas, con gritos, con letreros para que apague el Xbox a la hora que le toca, castigándole y sigue siendo un problema”. Me decía una señora, hace unos años.

“Tal vez tu hijo no ha terminado de comprender que detrás de tu deseo hay intenciones de amor y cariño”, le contesté. “Voy a trabajar con tu hijo un par de sesiones para conocerlo y ganarme su confianza, y en la tercera sesión te voy a pedir que vengas con él”, le expliqué.

Tras un par de sesiones en las que me esforcé por ganarme la confianza del niño (a quién en lo sucesivo llamaremos “José”), llegó el día en el que mamá e hijo trabajarían conmigo juntos.

“José, ¿sabías que tu mamá desea de todo corazón que seas muy feliz? Y por eso estás aquí. Creo que tu mamá me pidió ayuda para ayudarte a subir tus niveles de felicidad”. Desconcertado, pero dispuesto a continuar la conversación, José observó que abría mi libro de La Nave de los Sentimientos.

“Te presento el tablero de los niveles de felicidad de La Nave de los sentimientos. ¿Lo puedes ver?”, le pregunté al pequeño.

José asintió con la cabeza mientras observaba que el gráfico tenía unos botones de colores acomodados en forma ascendente, con letreros que describían diferentes sentimientos relacionados con la felicidad.

“Si observas con atención, te darás cuenta que hasta abajo se encuentra el botón que representa los sentimientos de PLACER. Este botón se nos enciende cuando tú y yo comemos, dormimos, nos damos un baño o jugamos videojuegos. Los sentimientos de placer son parte importante de la felicidad, pero NO NOS CONVIENE BUSCAR LA FELICIDAD SÓLO A TRAVÉS DEL PLACER. Esto haría que, al paso del tiempo, te sientas vacío y tengas problemas de adicciones. Eso significa que para ser verdaderamente feliz, debes aprender a encender todos los botones de este tablero”.

Con un poco de curiosidad sobre el tema, José tomó el libro y puso su mano sobre el segundo y el tercer botón.

El segundo botón, es el del agrado y el tercero es el de la alegría. Estos botones se encienden cuando nos esforzamos por ver lo positivo de la vida, por convivir con amigos e incluso también se encienden al jugar videojuegos. Pero, debes saber que si sólo encendemos estos botones en la vida, posiblemente no lograrás ser tan feliz como cuando aprendes a encender los botones de hasta arriba”, le expliqué.

“Entonces, si mi mamá desea que yo sea feliz, debería dejarme jugar videojuegos todo el día, porque yo siento que se me encienden mis botones del agrado, y alegría cada vez que juego”. Me dijo José, mientras volteaba a ver a su mamá con una mirada de reclamo.

“Estoy segura que al jugar videojuegos enciendes los botones de hasta abajo, de este gráfico. Pero, ¡Tu mamá desea que seas mucho más feliz que eso! Eso significa que ella quiere que enciendas los botones de hasta arriba del tablero. Y si solo juegas videojuegos, jamás lo logras.

Mira, el cuarto botón dice la palabra “CAPAZ” y el quinto tiene la palabra “TRIUNFO”, le dije mientras señalaba los botones verde y azul que se encontraban a la mitad del tablero. “Estos se encienden en nosotros cada vez que aprendemos algo nuevo y lo dominamos. Como cuando aprendiste a andar en bicicleta, o cuando aprendiste a leer y a escribir. Y mientras más habilidades descubras en tu vida, más veces tendrás encendidos los botones de sentirte CAPAZ y TRIUNFADOR. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste capaz al descubrir que podías hacer algo nuevo, además de jugar videojuegos?”, le pregunte.

José bajó su cara y se quedó callado. Parecía que no recordaba ningún momento en el que se hubiera sentido capaz, que no tuviera que ver con los videojuegos.

“¿Cuándo fue la última vez que te sentiste triunfador en algo?”, le pregunté de nuevo. “Cuando gané el concurso de Spelling Bee en mi salón”, me contestó. “¿Y qué sentimiento prefieres, la alegría de jugar videojuegos o el sentimiento de triunfo que viviste cuando ganaste el Spelling Bee?”, le pregunté.

“El del Spelling Bee”, me dijo con seguridad.

“¿Te das cuenta ahora que cuando tu mamá te pide que no pases todo el día en los videojuegos. Ella sabe que si haces eso, te perderás de la oportunidad de encender tus botones de sentirte capaz y triunfador en muchas áreas de tu vida, como cuando ganaste ese concurso?”, le pregunté.
Y con una carita de asombro, José asintió con la cabeza. Parecía que estaba empezando a comprender que el deseo de su mamá de jugar videojuegos de forma limitada, era un deseo lleno de amor.

“¿Te gustaría que cuando fueras grande, sólo te sintieras capaz de jugar videojuegos?”, le pregunté.

“No”, me contestó José pensativo. Y tras unos minutos de silencio me dijo: “y ¿de qué se tratan los botones de hasta arriba del tablero?”

“Estos son los botones de sentirte orgulloso y pleno”. Cuando descubres tus talentos, cuando actúas con amor, cuando te sientes capaz de hacer muchas cosas, cuando ayudas a los demás con tus habilidades, cuando te sientes inteligente en la escuela, te sientes orgulloso y pleno. Y estos son de los sentimientos de felicidad más intensos que puedas experimentar. Y estoy segura que tu mamá desea que durante tu vida te sientas muy orgulloso de tu persona y muy pero muy pleno. Pero, jugar videojuegos tanto tiempo no te va a permitir ser tan feliz”, le dije.

José se quedó callado, observando el tablero de botones. Y tras unos segundos, volteó a ver a su mamá con ojos llorosos y le dijo: “¿Me perdonas mamá por enojarme tanto cuando me dices que apague el Xbox? Gracias por querer que se me prendan todos mis botones de la felicidad”. A continuación, mamá e hijo se dieron uno de esos abrazos llenos de cariño y mutua comprensión.

Esa tarde, mamá e hijo platicaron y llegaron a varios acuerdos respecto al uso de electrónicos. Y compartieron muchas ideas para en adelante, encender los botones de la felicidad sin necesidad de los videojuegos.