Hoy te quiero hablar de un tipo de comunicación que para muchos es casi invisible. Ésta llega a ser hasta más destructiva que la violencia abierta como los golpes y los gritos, porque muchos padres no son conscientes de ella. Y por lo tanto, prevalece en su hogar como algo normal. Esta comunicación se da entre hermanos, en la pareja y en la relación padre hijo. Y cuando se vuelve algo cotidiano, siempre crea sentimientos de inseguridad, miedo, vergüenza tóxica, pensamientos de ser inadecuados, insuficientes y no merecedores de amor o aceptación.
Me refiero al lenguaje del desprecio que silenciosamente, (sin tener que alzar la voz, sin decir groserías o insultos) le comunica a la otra persona: “Lo que tu eres, tus palabras o tus deseos no tienen valor para mí… No vales… No importas…”. Lo más peligroso de este lenguaje es que puede ser comunicado con una sola mirada, con una tarde en la que decides dejarle de hablar… con frases como: “Ya vas a empezar con tus tonterías.. Eso que… A mí qué me importa… estás mal… Mejor ni me hables… tenías que ser tú el chiquito que no sabe nada… Para qué te digo si ya sé cómo te vas a poner”. Según un estudio hecho por el doctor Gottman, de cientos de parejas en el que estudió más de treinta mil horas la manera en la que éstas se comunican, el lenguaje del desprecio es uno de los indicadores que más incrementa las posibilidades de que la pareja se divorcie en menos de cuatro años. Sobre todo cuando este tipo de comunicación se ha normalizado en la familia.
¿Por qué es tan destructivo el lenguaje del desprecio en las familias? Porqué una de las razones por las que elegimos tener pareja, es para vivir una experiencia de amor y aceptación incondicional. ¿Recuerdas cómo comenzó todo? Tú le gustabas, él te gustaba, tú le hacías sentir como que era la persona más importante para ti, y él hacía lo mismo. Esta comunicación de aceptación y amor, junto con pláticas y compromisos de ideales y deseos de iniciar un proyecto de vida juntos, se convirtió en el motor para comenzar un matrimonio o una familia. Así, entre tú y tu pareja se unieron con un compromiso de transmitirse amor y aceptación a través de los años, de vivir sentimientos de unión, cariño, aceptación y conexión. Jamás he visto a una pareja que en la iglesia diga: “Y de hoy en adelante me comprometo a despreciarte cada vez que no te comportes como yo quiero que te comportes… Amor te garantizo que en adelante cuando tú no hagas lo que yo quiero que hagas, te dejaré de hablar por varias horas hasta que te convenzas que yo tengo la razón… Y si haces lo que no me gusta te despreciaré hasta que sientas que no vales como ser humano… Te rodaré los ojos, te voltearé la cara hasta que te sientas un cero a mi izquierda”. Por eso, cuando tu pareja te transmite desprecio, te puede doler más que cuando un extraño de la calle lo hace. De cierta manera se puede decir que la comunicación de desprecio va desmoronando gradualmente es compromiso inicial que se dio en un inicio entre tu y tu pareja, hasta que la presencia del amor termina por desaparecer y de ahí el deseo de no vivir juntos.
Y con los hijos, cuando permitimos la presencia del desprecio en nuestra relación, les estamos diciendo: “Yo tu madre o yo tu padre que soy quien debe sentir un amor incondicional por ti, en este momento te desprecio, y no vales para mi”. Quiero dejar claro que estoy consciente que nos corresponde ponerle límites a nuestros hijos cuando su comportamiento es irrespetuoso, irresponsable o deshonesto. Pero existen muchas maneras de poner límites sin comunicarles desprecio. Tu hijo es el ser que más necesita que le comuniques que vale, que puede con la vida, que lo que tiene que decir importa, que merece amor y aceptación. Y cuando en casa el lenguaje del desprecio es permitido, vamos sembrando dudas, inseguridad y miedo en su persona. “¿Seré suficientemente bueno, capaz, inteligente? ¿será importante lo que tengo que decir? ¿seré capaz de salir adelante en la vida? ¿seré merecedor de amor o aceptación?”, son algunas de las dudas que asechan la mente de aquellos que crecen con el lenguaje del desprecio en el hogar.
Por eso, si hoy reconoces la presencia de este tipo de comunicación en tu relación de pareja, en tu relación con tus niños, te invito a hablar con tu familia sobre ella. Explícales que es natural que haya disgustos entre ustedes, pero que eso no significa que esté permitido comunicar desprecio, porque es uno de los lenguajes que más amenazan la seguridad y el bienestar emocional de todos los que viven en tu casa.
Criar hijos que se sienten amados incondicionalmente en casa, es una de las herramientas más poderosas para criar hijos seguros de sí mismos.