“Siento que mi niño es muy sensible, parece que llora con mayor facilidad que el resto de los niños, me doy cuenta que le afectan mucho los comentarios negativos que le dicen sus compañeros y ante un problema la mayoría de las veces, en lugar de defenderse solamente llora. Tengo miedo que lo etiqueten como el niño llorón. En ocasiones me pregunto si es mi culpa, si lo estoy protegiendo demasiado o en realidad es algo que es parte de su naturaleza. A veces me desespero y lo regaño cuando llora, pero tampoco veo que eso lo ayude. No sé qué hacer, sé que quiero ver a mi hijo más seguro de si mismo, pero no sé por dónde comenzar”. Me han dicho muchos padres de familia que tienen un niño con temperamento temeroso.
Es un hecho, todos los que hemos tenido el privilegio de tener más de un hijo, hemos sido testigos de que a pesar de que los niños crezcan en un ambiente parecido, cada pequeñito llega con la tendencia a reaccionar de diferentes maneras. ¿Qué es lo que hace que un niño llore ante la partida de sus padres y otro niño se sienta tranquilo ante la misma situación? Jerome Kagan, dedicó gran parte de su vida a estudiar este fenómeno y tras cientos de estudios concluyó que la respuesta se encuentra en el temperamento humano; el cual se puede definir como la tendencia biológica a experimentar con mayor predominancia cierto tipo de emociones. Por ejemplo, algunos niños experimentan enojo con mayor facilidad, otros tienden a permanecer en un estado emocional de calma a pesar de enfrentar situaciones adversas y algunos parece que tienen un botón del miedo hipersensible que se enciende con el menor de los estímulos.
Si bien es cierto que las emociones no son botones en el cerebro, cuando se las explico a los niños me gusta ilustrarlas de esa manera para que las comprendan mejor. La realidad es que las emociones son un conjunto de redes neurológicas que se encienden o se activan para comunicarnos mensajes específicos y simultáneamente impulsarnos a actuar de diferentes maneras. Por ejemplo, la emoción del miedo en ocasiones impulsa a huir de la situación ante la que estamos, en otras situaciones también nos impulsa a quedarnos paralizados, pero cuando huir o quedarnos paralizados no nos ayuda, el miedo también nos impulsa a llorar. Y cuando tú tienes un niño de temperamento temeroso, significa que tiene la predisposición genética de sentir miedo, que el promedio de los niños. Dicho de otro modo, ante un mismo estímulo tu hijo tiene más posibilidades de sentirse preocupado, angustiado, asustado o nervioso que el resto de sus compañeros. Y sobre todo cuando a los niños temerosos no se les enseña a manejar sus miedos con inteligencia, muchas veces su mecanismo de defensa es el llanto.
Con lo anterior no quiero decir que la única causa de que un niño llore con mucha facilidad radique en el temperamento del niño. Es importante reconocer que la sobreprotección de los padres, la inmadurez en el desarrollo también son factores que fomentan la ansiedad. Pero en el proceso de poder ayudar a un niño en esta situación es indispensable tomar en cuenta el factor del temperamento. Y cuando la causa del llanto frecuente reside en este factor, es importante contar con un conjunto de herramientas para enseñarles a manejar su miedo con inteligencia y a no tomarse tan a pecho los comentarios de sus compañeros.