“Quiero que mi hijo controle esos berrinches… no sé qué hacer para parar las pataletas de mi hijo… Hace berrinche cada vez que pierde en los juegos o cuando las cosas no salen como él quiere”, son comentarios muy frecuentes que escucho en mi consultorio cuando de trabajar con las emociones de los niños se trata. Y por lo general, uno de los primeros pasos que tengo que enseñarles a los papás para guiar a sus hijos a lograr ese objetivo es a mantener la calma cuando sus niños pierden el control con su ira. La lógica nos permite ver que, si nosotros deseamos que nuestros niños puedan regular sus emociones, difícilmente vamos a lograrlo si nosotros los padres perdemos el control con nuestro enojo, gritando, golpeando o amenazando. Es como pedirle a un niño que sea ordenado, cuando nosotros tenemos un tiradero en nuestra casa.
De ahí que la siguiente pregunta es: o ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo puedo mantener la calma cuando mi hijo está haciendo un berrinche? Y en mi experiencia profesional, he encontrado que existen un conjunto de elementos que puedes tomar en cuenta que te permitirán lograrlo.
El primero de ellos es reconocer que el motivo por el cual los pequeños hacen berrinche y saber que en muchos pequeños, ésta es una etapa que poco a poco irán madurando. Y que tu responsabilidad como padre es ayudarlo a madurar, en lugar de perder tu control. Para ello, voy a recurrir a una explicación que nos dan los neurólogos sobre los berrinches de los niños. Al cerebro lo podemos dividir en dos grandes partes: la primera, es una zona inferior que se encarga de iniciar reacciones emocionales. A esta zona la llamaremos el cerebro emocional. Y la segunda, es la zona superior tiene el poder del pensamiento inteligente y la capacidad de regular las emociones, a esta zona le llamaremos el cerebro inteligente. Para entender el porqué de los berrinches, debes saber que la zona emocional se termina de desarrollar a los cinco años de edad. Y en cambio, la zona del cerebro inteligente, que tiene el poder de regular las respuestas emocionales, se termina de desarrollar a los 26 años. De ahí que sea natural que entre los cuatro y los cinco años, cuando se está terminando de formar el cerebro emocional, los berrinches se intensifiquen y hasta vuelvan más frecuentes. Y para muchos niños, se vuelve muy difícil controlar su ira debido a que la zona encargada de regular sus emociones se encuentra en pañales, comparada con la madurez de la otra.
“¿Esto significa que debo dejar que mi hijo haga berrinche cada vez que quiera?”, me han preguntado algunos padres de familia. No Esto significa, que, ante el berrinche de mi hijo, mi rol como padre es hacerle razonar, hacerle entender el porqué de su enojo para que aprenda a manejarlo con inteligencia. Para ello, en mi cuento para niños La Derrota del Señor Enojo, les enseño a los pequeños que el enojo se puede dividir en dos tipos: el enojo racional, que es cuando verdaderamente están viviendo una injusticia, o una falta de respeto, y el enojo irracional que es cuando se enojan sólo porque algo sucedió en contra de sus deseos.
Y al enseñarle a nuestros hijos a manejar sus enojos racionales debemos guiarlos a comunicar aquello que sintieron injusto con amor y cariño. En cambio, cuando viven un enojo irracional, deben comprender que la manera de obtener lo que desean jamás será lastimando o atacando. Por ejemplo, cuando un niño pierde en un juego y se enoja sin que haya habido alguna injusticia, está teniendo un enojo irracional porque su enojo se debe a un deseo no cumplido. En este caso, una vez que el niño haya recuperado la calma, en caso de que haya hecho berrinche, debemos hacerle ver que su enojo no tenía razón de ser y que si verdaderamente desea ganar en un juego hay maneras más inteligentes de conseguirlo; como practicando y mejorando sus habilidades en lugar de patalear. Pero si un niño está enojado porque su hermano lo trató injustamente, debemos enseñarles a comunicar lo que sintieron injusto con amor y respeto, hasta lograr que la otra parte los entienda. Para ello, el niño requiere de un adulto tranquilo, inteligente y paciente que ayude al niño a comunicarse.
Tras años de trabajar con familias en el tema del manejo inteligente de las emociones, he podido encontrar que muchísimos matrimonios se disuelven por el manejo inadecuado de dos emociones, el disgusto y el enojo. De ahí la importancia de enseñarles a nuestros hijos a manejar su enojo con inteligencia, y esto sólo se puede hacer mediante el diálogo inteligente, la comprensión de la situación y por supuesto por medio de ponerles límites a los niños cada vez que pierdan el control con su enojo.
El segundo punto que a muchos padres les ayuda para no perder el control ante los berrinches de sus hijos, es identificar que las emociones son contagiosas, pero si nos hacemos consciente de ello, podemos desarrollar la habilidad de no contagiarnos de las emociones de otros, aún cuando alguien esté de mal humos. Esto significa que si ante el enojo de tu hijo te detienes a decir: “mi hijo está enojado y eso no significa que yo me tengo que enojar también, en este momento me corresponde ponerle límites con amor, y cuando esté más tranquilo lo voy a guiar a que comprenda el porqué de su enojo”, tendrás mayores posibilidades de mantener la calma y no permitir que la emoción negativa de tu hijo se vuelva tuya.
El tercer punto para mantener la calma, es recordar que durante el desbordamiento emocional o explosión de enojo de su hijo, no es momento para hablar con ellos, para entrar en negociaciones, ni para engancharnos en su diálogo. Es momento de decirles: “Has perdido el control con tu enojo y no vamos a seguir hablando porque tu cerebro no puede pensar con inteligencia. Cuando estés más tranquilo vamos a tratar de comprender mejor la situación y resolveremos el problema o aclararemos la situación.” Si hay una regla de oro para no terminar enojados cuando nuestros hijos se emberrinchan, consiste en detener la comunicación hasta que ellos hayan recuperado la calma. Pero siempre con la finalidad de terminar de resolver el conflicto con un diálogo que aclare las cosas.
En resumen, recuerda que en la mayoría de los niños es natural que pasen por una etapa de berrinches que representan muchas veces su frustración, su falta de comprensión sobre el mundo que los rodea y su incapacidad para explicar con palabras aquello que sienten. Lo anterior aunado a un desarrollo dispar del cerebro emocional y el cerebro inteligente. Por otro lado, es importante reconocer que el hecho de que tu hijo esté enojado, no significa que tú te tengas que sentir igual. Como adulto tienes la capacidad de mantener un estado emocional de calma independiente de lo que sienta tu hijo. Y la calma, es el estado emocional que más poder te dará para guiar a tu hijo en el diálogo y la comprensión de su enojo. Y por último, recuerda que durante el desbordamiento emocional de tu hijo, o la explosión de enojo, no es momento para dialogar. Es momento para poner límites y posteriormente cuando tu hijo haya recuperado su capacidad para pensar, es indispensable aclarar las cosas.