Hace unos meses, me invitaron a dar una conferencia para en la que el tema central era la importancia del juego en la vida de los niños. En ella, les explicaba a los padres que cada vez llegan con más frecuencia a mi consultorio niños con desfases en su desarrollo, que se parecen mucho a los síntomas que se utilizan para la detección temprana del autismo. Pero que al trabajar ciertas estrategias con los pequeñitos, estos síntomas desaparecen. Con lo anterior no pretendo decir que no existe el diagnóstico del autismo.
Quiero decir que en la actualidad, a través de mi práctica profesional, he observado que esta creciendo una generación de niños de entre doce meses y tres años que tienen muchos síntomas parecidos al autismo, pero que no significa que sean autistas. Para explicarte mejor este fenómeno, debo decirte que existen una serie de conductas que son manifestación de un desarrollo psicosocial y de comunicación sano en los niños que tienen entre seis meses y dos años de edad. Cuando estas conductas no están presentes, muchas veces se les dice a los padres que el niño puede tener autismo. Entre las conductas más importantes a tomar en cuenta están las siguientes:
a. Que el niño apunte objetos o lugares para indicar algo que quiere ver o tocar o algo que quiere que tú veas (12 meses).
b. Que el niño responda a su nombre.
c. Que el niño haga contacto visual y conecte con sus padres o cuidadores.
d. Que el niño sonría como parte de una interacción social y conexión emocional con sus cuidadores. (a los 6 meses)
e. Que el niño trate del balbucear o hacer sonidos para imitar a los demás (12 meses)
f. Que se intente comunicar al menos con una palabra (16 meses)
g. Que reaccione a pequeñas instrucciones e interacciones como: “ven”, “tráeme es juguete” (al año y medio).
h. Que el niño se intente comunicar utilizando frases de dos palabras (24 meses).
i. Que el niño busque el contacto afectivo con sus cuidadores.
Esta lista junto con otros puntos más, han sido utilizados por los especialistas en detección de autismo desde hace mucho tiempo. Sin embargo, en los últimos cinco años, cada vez encuentro más pequeñitos con problemas en estas áreas pero que más que tener autismo, han dejado de conectar con sus padres por la falta de estimulación social e interacción en la relación padre-hijo. Y al parecer, el causante de este fenómeno, es el abuso del celular en los bebés durante sus primeros años. He tenido reportes de padres de familia que con naturalidad afirman que su bebé pasaba dos horas al día en el celular. Algunos otros tres o cuatro horas e incluso hay quienes es el medio exclusivo para tranquilizar al niño.
Lo que quiero decir, es que en los últimos cinco años he visto muchos más casos de niños que no responden a su nombre, que evaden el contacto visual, que tienen desfases en el desarrollo del lenguaje, y que en pocas palabras parecen estar desconectados. Pero qué, al pedirles a los padres que retiren el uso de las pantallas en su totalidad, los niños comienzan a responder y poco a poco recuperar estas habilidades. Con lo anterior, insisto, no quiero decir que no exista el diagnóstico del AUTISMO, pero quiero hacerte ver que algunos niños presentan síntomas parecidos que no son autistas. Y que simplemente, por falta de estimulación social, de papás que les dediquen tiempo a socializar e interactuar con ellos, a enseñarles el mundo que está a su alrededor, parecen como si estuvieran desconectados, como apagados.
El día en el que explicaba este fenómeno en la conferencia, me animé a pedirle a la maestra de pre-maternal que pasara al frente y compartiera si ella, que tenía mucho tiempo trabajando con niños de entre 12 y 24 meses, había observado bebés que sonríen menos, que están menos pendientes de las instrucciones, que no apuntan, y que simplemente parecen desconectados. Cuando la maestra se animó a pasar al frente le hice la siguiente pregunta: “Miss Lucy, ¿Me podrías decir hace siete años a cuantos niños veías con estos síntomas en tu salón de clases?”
Y la maestra me contestó: “Hace siete años, que empecé a trabajar en este grado, al iniciar el curso veía que aproximadamente, uno de cada diez niños tenía esta problemática.
Después de escuchar su respuesta le volví a preguntar: ¿Y este año a cuantos niños viste con estos síntomas al comenzar el ciclo escolar?
Y la maestra me contestó: “Este ciclo escolar, de los diez niños que tengo en mi grupo, al iniciar el ciclo tenía a 7 con esos síntomas”.
Sé que estoy hablando de un fenómeno muy nuevo, y puedo apostar que en breve tendremos un diagnóstico para esta situación tan alarmante. Por ahora, yo solo lo identifico este fenómeno como: “desfases en el desarrollo infantil por el abuso de los electrónicos”. Quiero confesar que, aunque, aquél día yo esperaba que la maestra compartiera que al igual que yo, había visto un aumento en estos síntomas, jamás me esperé que el número de alumnos fuera tan alto, en comparación con lo que ella veía hace siete años.
Es con la intención de crear conciencia que hoy comparto esta historia. Quiero recordares a los padres de familia que el desarrollo más importante del cerebro en la vida del ser humano se da en los primeros dos años. En esta etapa los niños aprenden a conectar con su mundo, a socializar a través de la sonrisa, del lenguaje no verbal, de leer las expresiones faciales de la gente a su alrededor, de reconocer que para ser felices en este mundo los procesos de comunicación y socialización son indispensables. Como dijo la doctora Brené Brown en una de sus conferencias, “después de laborar por muchos años como trabajadora social, puedo afirmar que una de las razones más importantes del existir humano es la conexión que logramos tener los unos con los otro. La conexión con los demás le da significado y sentido a nuestras vidas”.
Y creo que si nosotros privamos de eso a los pequeñitos durante sus primeros años, por tenerlos pegados al celular por horas, mientras deberían de estar desarrollando múltiples habilidades de conexión humana, es posible que estemos creando un problema a largo plazo cuya magnitud aún no alcanzamos a ver.
Por eso, si tienes un bebé, que al parecer no está reaccionando socialmente, que parece desconectado, que no sonríe, que no responde a su nombre, que no apunta para decirte a donde quiere ir y él ya tiene doce meses cumplidos. Además de hacer una evaluación para ver si no tiene autismo, te invito y te reto a dejar las pantallas por completo e intercambiarlas por interactuar constantemente con tu bebé. Conecta, cántale canciones, lee pequeños cuentos, juega con él. Y tal vez aún estés a tiempo de prevenir serios desfases en su desarrollo. Y si crees que esto le pueda ayudar a otro papá con bebés, por favor comparte. La responsabilidad sobre los niños del mundo es de todos nosotros.