Culpar a los demás y a las circunstancias es una
forma fácil de no asumir la propia responsabilidad, y por lo tanto, también es
la manera más eficaz de perder el control sobre la propia vida. Entonces, ¿por
qué culpamos a los demás? Los estudios dicen, que al culpar a los demás por
nuestras circunstancias, la mayoría de las personas sienten un alivio temporal
del dolor, frustración o molestia que experimentan. Es como si temporalmente le
pasara mi dolor a otra persona. Pero, lo que
mucha gente no sabe es que dejarnos atrapar por el hábito de culpar a los
demás, es uno de los factores que más promueve el resentimiento. Imagina a una
persona que cada vez que está incómoda o molesta por sus circunstancias,
automáticamente culpa a algo o alguien a su alrededor. En ese momento siente un
alivio, pero al mismo tiempo se ve como víctima de aquello o aquel al que
culpó, por lo que simultáneamente su cerebro le dice que la vida es injusta con
él y que por lo tanto debe activar la emoción del enojo. Porque esta última es
la emoción diseñada para mandarnos el mensaje: “Esto es injusto!” Así, el que
culpo inicialmente, vuelve a experimentar un sentimiento negativo, que
posiblemente vuelva a intentar desaparecer por breves momentos al culpar de
nuevo a los demás. Este es el
ciclo de la culpa. Primero: Me siento incómodo,
molesto triste o irritado por mis circunstancias. Segundo, culpó a los demás
para sentir un alivio temporal de mi dolor. Tercero, me vivo como víctima y me
enojo más con la vida o la persona. Y de nuevo regreso a culpar a los demás por
el enojo que siento con el fin de sentir un alivio temporal. Repite esto una y
otra vez, y vivirás con resentimiento porque el enojo solo se irá
intensificando dentro de ti.