Siempre que veas a un adolescente actuando de manera autodestructiva, en lugar de etiquetarlo y decir “Qué mal está ese muchacho… o yo no sé que le enseñan en su casa”, te invito a preguntarte lo siguiente: “¿Por qué estará tan enojado?… ¿por que se está lastimando a sí mismo?, ¿qué podemos hacer para que los sentimientos de dolor, tristeza y rechazo de este joven puedan ser liberados y comprendidos sin la necesidad de que él o ella se siga lastimando?, ¿cómo podemos aprender a ponerle límites sin lastimarlo, atacarlo, insultarlo?, ¿Que hizo qué tal vez este joven perdiera el amor por si mismo y por la vida?
Tras 20 años de ser terapeuta he podido constatar lo que muchos psicólogos saben: no hay niño que nazca malo, no hay joven que quiera ir en contra de las reglas por maldad. Pero si hay muchos jóvenes que han vivido historias llenas de tanto dolor, rechazo, abuso y abandono emocional, que al llegar a la adolescencia son como un contenedor de emociones negativas sin hablar ni procesar. Lo que a su vez, los convierte en una bomba de tiempo esperando estallar. Y la adolescencia, es el momento en el que sus emociones se vuelven tan intensas, que eso que llevaban guardando durante los años de su infancia tiene que salir de alguna manera. Algunos estallan hacía afuera, gritando e hiriendo a los demás y otras veces lo hacen hacía adentro, lastimando su cuerpo. Puede ser con drogas, con alcohol, cortándose e incluso con atracones de comida. Y por supuesto, también están los que estallan en todas direcciones, hacía afuera y hacía adentro. En mi libro “Conoce Tus Emociones I”, les explico a los jóvenes que cuando estamos enojados la parte del cerebro que nos permite actuar con amor, responsabilid y respeto se encuentra inactiva. Por eso, cuando el enojo en un joven se vuelve crónico, muchas veces piensan que ellos son malos o inadecuados, porque tienen mucho tiempo sin acordarse lo que significa sentir amor incondicional. Y por lo tanto, han olvidado lo que se siente amarse a si mismos, vivir en paz, sintiendo amor y cariño hacía su persona y sintiendo la aceptación incondicional de quienes ellos esperan que los amen.
Si tú eres un padre de familia que estás pasando por situación como estas, no te juzgues, no te pongas etiquetas. Más bien, te invito a voltear hacía adentro y tener el valor de resolver todos los sentimientos de dolor acumulados en tu familia. Todos tenemos un pasado de dolor que resolver. En algunas familias es muy grande, porque nunca han tenido el valor de hablar de ello. Y en otras familias no es tan grande, porque poco a poco han ido sanando. Por eso te invito a alejarte de las frases: “Es que mi hijo es así… mi hijo es rebelde… estoy segura que algo tiene mal, como un defecto congénito”. Más bien te invito a preguntarte qué hay que hacer para sanar el dolor que hay en tu familia. Porque te garantizo que el dolor que vive tu hijo, también es un dolor que vive en ti esperado a ser reconocido pero sobre todo liberado y sanado.
Recuerda, la emociones son la energía que nos impulsa a actuar. Y cuando el promedio emocional del ser humano es el amor, la calma, la seguridad y la alegría por la vida, nuestras acciones son positivas. En cambio, cuando el promedio emocional de la familia y del ser humano son emociones negativas que por mucho tiempo han estado sin ser resueltas, nuestras conductas tienden a lastimar y a destruir. Y recuerda la frase de mi libro La Nave de Los Sentimientos: “Todos tenemos el poder de aprender a ser felices”.
Escrito con cariño para todas aquellas familias con adolescentes que estén viviendo momentos de dolor. Y para que todos aquellos adolescentes que estén pasando por dificultades emocionales, sepan que no están solos. Hay muchos adultos dispuestos a guiarlos sin la necesidad de que se sientan juzgados.