El emocionómetro y la boleta de calificaciones

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Estaba por terminar el ciclo escolar, y como todos los años durante los últimos días sólo acudían a la escuela aquellos alumnos que habían reprobado una o varias materias durante el año, con el fin de trabajar con ellos en un último repaso. Uno de esos días, la coordinadora de secundaria me pidió que entrara a trabajar con uno de los grupos y hacer con ellos un proceso de reflexión.

Esa misma semana, había pasado varias horas leyendo diversos artículos de investigación en los que los neurólogos explicaban la manera en la que las emociones alteraban la habilidad de aprendizaje del cerebro. Así que decidí aprovechar la hora de reflexión para hacer una pequeña investigación.

“Buenos días, hoy les quiero pedir que anoten en su cuaderno la lista de materias que llevaron este año”, les dije a los alumnos al iniciar la clase y continué: “Al terminar de escribir la lista de materias quiero que evalúen con este “Emocionómetro” cómo se sintieron en cada una de las materias. Les pido de favor que se evalúen con una numeración del uno al cinco tomando en cuenta la escala que verán en el pizarrón”.
A continuación, comencé a anotar la escala del Emocionómetro que se me había ocurrido aquél día, en el pizarrón:

EMOCIONÓMETRO:

  1. Era mi materia favorita, se me pasaban muy rápido las clases, siempre me sentí muy contento durante clases, el maestro hacía la clase muy divertida y me sentía aceptado y querido por él.
  2. Relajado o interesado por la materia. La manera en la que el maestro transmitía la información por lo general se me hacía atractiva, divertida o interesante. La mayor parte del tiempo me sentía aceptado por él.
  3. En ocasiones interesado y otras veces aburrido. Por lo general me sentía interesado cuando el maestro nos compartía los temas y nos invitaba a participar, pero a veces llegaba de mal humor y me hacía sentir tenso.
  4. Un poco tenso y nervioso durante clases. No me sentía muy aceptado por el maestro.
  5. Sumamente tenso y angustiado, en ocasiones hasta salía con dolor de cabeza de la clase. Creo que nunca le caí bien al maestro, muchas veces me daba miedo participar.

Durante 10 minutos, los alumnos asignaron un número a la materia tomando en cuenta la escala que había en el pizarrón. Y al terminar les di la información de los promedios que habían obtenido durante el año, para que junto a la escala apareciera el promedio final de la materia. De modo que su ejercicio se veía como esto que aparece a continuación:

MATERIA EMOCIONÓMETRO PROMEDIO FINAL
Biología 5 9.7
Matemáticas 1 5.2
Español 2 6.3
Cultura de la Leg. 3 7.5

Aunque sabía que el Emocionómetro no era ningún instrumento estadístico perfecto, el resultado del ejercicio, en cada uno de los alumnos fue contundente. En todas las materias que habían reprobado o que habían sacado menos de siete de calificación, su estado de ánimo estaba en las escalas más bajas del Emocionómetro.

Ese día les expliqué a los jóvenes, la importancia de procurar experimentar emociones positivas durante el proceso de enseñanza aprendizaje, porque según los estudios de las grandes universidades, al sentir alegría, interés, amor o cualquier sentimiento positivo, los circuitos neurológicos encargados de activar la zona del cerebro que tiene la función del pensamiento creativo, se activan. También les expliqué que al experimentar emociones negativas sucede todo lo contrario. No sé si los alumnos aprendieron la lección aquél día, y realmente se esforzaron el siguiente año en procurar tener un estado de ánimo positivo en sus materias.

Pero para mí el aprendizaje fue muy claro. Después de ese pequeño experimento, a menudo me pregunto durante el ciclo escolar: ¿Se sentirán aceptados mis alumnos durante mi clase?, ¿habré logrado que ellos experimenten interés y alegría por su proceso de aprendizaje?, ¿habré logrado que al menos unos cuantos se sientan capaces y reconocidos en sus talentos?, ¿habré logrado que algunos tengan más confianza en su capacidad de aprender?, ¿mi clase fue divertida?

La docencia es un arte y no hay maestro perfecto, pero tomar en cuenta el factor emocional durante las clases es uno de los elementos más importantes para que nuestros alumnos verdaderamente logren aprender. ¡Anímate a usar el Emocionómetro en tu materia y descubrirás mucho acerca de lo que puedes mejorar en tus clases!