“Es que mi mamá me quiere controlar todo el tiempo, pero cuando yo me siento controlado, siempre me dan ganas de hacer todo lo contrario a lo que me piden. En el fondo eso me hace sentir malo”, me decía un joven en una ocasión.
“Tal vez sientes eso porque no has conectado con el miedo que debe estar sintiendo tu mamá en estos momentos”, le contesté.
“¿Usted cree que mi mamá tiene miedo?, yo más bien la veo muy enojada casi todo el tiempo”, me contestó.
“Lo que pasa es que una de las máscaras que más utilizamos para disfrazar nuestros miedos son el enojo y el control”. Siempre que un ser humano trata de controlar a otra persona en el fondo siente miedo de algo. Puede ser miedo a que la otra persona falle, miedo a quedarse sólo, miedo a que no lo quieran, entre muchos otros. Y el enojo, es una de las emociones que más enmascaran otros sentimientos. A veces, la ira esconde tristeza, culpa o vergüenza, pero la emoción que más comúnmente encontramos detrás del enojo es MIEDO.
“¿Puedes pensar alguna ocasión en la que detrás de tu enojo en realidad hubiera un miedo escondido?”, le pregunté al joven. Y después de un momento de reflexión, me dijo: “creo que si. Una vez me enojé con mi novia porque estaba hablando con un amigo suyo. Y pienso que, como dice usted, en el fondo sentía miedo de que mi novia sintiera algo más por su mejor amigo”. “y ¿qué hiciste?, le pregunté”.
“Le dejé de hablar a mi novia por unos días”
“¿Te das cuenta que dejarle de hablar a alguien por un par de días también puede ser una forma de control?” “No. No lo sabía”, me contestó. “En aquella ocasión después de enojarte con ella, ¿hablaste acerca de tus miedos con tu novia?”, le pregunté.
“No. De hecho ella y yo terminamos hace tiempo, pero ahora que lo pienso ella también me veía enojado todo el tiempo y nunca le hable de mis miedos”, me contestó.
“¿Tú que crees que hubiera sucedido si un día hubieras hablado con tranquilidad para compartirle el miedo que sentías de perderla, en lugar de controlarla y castigarla?, le pregunté. “
Tal vez las cosas habrían sido distintas”, me contestó con un tono de tristeza.
Tu relación con tu novia ya terminó. pero si hay una relación que jamás vas a poder terminar es la relación que tienes con tu mamá, porque ella es insustituible. Entre tú y ella, en este momento hay conductas de control, pero por lo que hemos platicado, ni siquiera estaban conscientes de sus miedos. Tú tienes mucho miedo de que tu mamá no respete tu espacio, ni tu voluntad, y te gustaría que ella comprendiera tu sentir. Pero, ¿cuándo fue la última vez que hablaste con ella de lo que sientes?”
“Creo que no es algo que nunca hemos hecho”, me dijo.
Hoy quiero que sepas que todo aquél que desea salir de una relación en la que existe el control, tiene que tener la capacidad de manejar el miedo con inteligencia y el primer paso para lograrlo es reconocerlo y platicar acerca de él. De lo contrario los miedos inconscientes dominarán las reacciones.
Papás, ¿se animan a conversar con tranquilidad y cariño acerca de sus miedos? Es un excelente comienzo para disminuir la tensión que en ocasiones existe con los hijos preadolescentes y adolescentes.