“Estoy desesperada, me parece imposible mantener la calma cuando de temas de la escuela se trata. Siento que por más que le repito y le repito las cosas a mi hijo, él no hace caso. Cuando no se le olvida traer su libreta de tareas, se le olvida anotarla. Hay tardes que termino agotada de estarlo correteando para que termine sus trabajos. No puedo entender por qué mi hijo no entiende que tiene que ir a la escuela y cumplir con su responsabilidad”, me decía la mamá de un alumno de primero de secundaria hace varios años.
“¿Y sabe usted qué piensa su hijo respecto a los comportamientos que usted describe?”, le pregunté a la señora.
“¿Cómo que, qué piensa mi hijo?”, me contestó extrañada.
“Sí, ¿qué piensa él respecto a no ser responsable y no cumplir con sus responsabilidades escolares?”, le pregunté.
“No lo sé, casi no me habla. Más bien casi no hablamos porque me la paso regañándolo gran parte del día”, me contestó.
“¿Y le ha funcionado hacer eso para que su hijo se haga responsable?”
Y tras unos segundos de silencio, la señora me contestó: “No, nunca me había puesto a pensar qué es lo que piensa mi hijo respecto a su conducta. Creo que nunca le he preguntado qué es lo que él piensa y me la he pasado desesperada tratando de hacer que el haga lo que yo considero correcto”
“¿Alguna vez le ha preguntado a su hijo, sí sueña con un gran futuro?, ¿qué lo inspira?, ¿qué quiere hacer para alcanzar sus metas?”, le pregunté.
“No, creo que nunca he hablado de eso con mi hijo”
“Le propongo que haga un cambio en su relación con su hijo. Es tiempo de que dialoguen respecto a lo que su hijo sueña para su futuro y con ello le haga ver que la escuela es uno de los caminos que más abren las puertas en este mundo y que, además, ¡recibir una educación es un privilegio! Invite a su hijo a platicar con calma, con paciencia, a reflexionar sobre sus acciones, para que más que lograr que él haga las cosas por miedo a sus regaños, él haga las cosas por amor a su persona, porque sueña con un gran futuro y porque valora el esfuerzo que sus papás hacen para darle una educación”.
¿Sabías que lo que más define el conjunto de decisiones que toman los jóvenes en la adolescencia son sus propios pensamientos respecto a lo que está bien o lo que está mal? Eso significa que el proceso más importante para ayudarles a que tomen decisiones no son los castigos ni los gritos, sino el proceso de reflexión. Pero este último requiere de PACIENCIA. Esa virtud que te permitirá contactar con la calma que todo ser humano requiere para enseñar y hacer reflexionar a alguien. Y que a partir de la reflexión pueda tomar buenas decisiones. Después de todo, las decisiones más inteligentes del mundo, jamás se han tomado en medio de un mar de gritos y desesperación. Los descubrimientos más importantes del mundo han surgido de la inspiración del ser humano, y ésta siempre proviene de un estado emocional positivo que muchas veces surge de la decisión de ser pacientes.