“Tengo miedo del futuro”, me decía uno de mis alumnos de secundaria años atrás. “¿Por qué?, ¿cómo te imaginas que va a ser tu futuro?, le pregunté. “Muchas veces me imagino que voy a ser pobre y, que no voy a tener éxito” “¿Y por qué crees que eso te va a pasar?”, le pregunté. “Porque no me va bien en la escuela”, me contestó. “¿Qué significa para ti que no te vaya bien en la escuela?”,” Que no soy bueno en matemáticas, ni en historia, ni en geografía. Y en español me va más o menos”, me contestó con una expresión de tristeza y vergüenza en su cara.
“¿Y de dónde sacas la idea de que, si no te va bien en la escuela, es garantía de tener un futuro pobre, y sin éxito?”, le pregunté. “De todos lados. Pero sobre todo de mis papás. Siempre me han dicho que para tener un gran futuro me tiene que ir bien en la escuela. Tengo un hermano que tiene puros nueves y dieces y siempre se ven mis papás súper orgullosos de él”, me explicó con seguridad.
“Me parece que aquí hay un mal entendido”, le dije. “Creo que deberías de ver que las personas más exitosas y felices en el futuro no son aquellas que son buenas para la escuela. Ser bueno para la escuela es como una habilidad, un talento que se puede desarrollar o quizás ya lo traes. ´Te puedo decir por experiencia que para sacar buenas calificaciones debes ser organizado, responsable, bueno con las palabras, metódico. También debes tener buena memoria, y ser bueno en matemáticas”. En cambio, para ser prósperas, las personas deben ser creativas, innovadoras, honestas, responsables, entusiastas, y persistentes. También deben disfrutar hacerle el bien a los demás y ser conscientes de sus talentos para desarrollarlos. No sé si lo habías notado, pero ganar dinero consiste en encontrar una manera de hacerle el bien a los demás. Mientras más bien descubras como hacerle a las personas, más dinero podrás ganar. Por ejemplo, un cantante le hace bien a muchísimas personas cuando les trae felicidad al escuchar su música, pero también un vendedor de elotes le hace un bien a quienes reciben lo que él prepara. La diferencia de prosperidad entre el cantante y el elotero básicamente reside en a cuantas personas les llega el bien que ellos hacen”.
Tras unos minutos de silencio, el joven me contestó, “A mí si me gusta hacerle el bien a las personas. También sé que soy creativo, persistente y hago las cosas con entusiasmo. Uno de mis maestros dice que nunca me rindo cuando quiero lograr algo que a mi me gusta”. “Ya lo vez, tienes muchas cualidades de las personas que tienen éxito en el futuro. Y lo mejor es que apenas tienes 13 años. Tú tienes mucho más tiempo para descubrir más cualidades en ti. Por ejemplo, yo veo que eres honesto. Hoy te sinceraste conmigo respecto a lo que sentías. Pero lo más importante es que tú sigas descubriendo todas esas cualidades y que jamás vuelvas a pensar que por no ser un alumno de puros dieces significa ser un fracaso en el futuro”.
Tengo más de 24 años en educación, he sido docente en preescolar, primaria, secundaria, preparatoria y universidad. Y año con año, veo a uno de estos jovencitos que teme por su futuro y a muchos papás angustiados porque a sus hijos no les va bien en la escuela. Todo porque les han hecho creer que, “si no le va bien en la escuela es igual a fracaso garantizado”. No quiero menospreciar el valor de un joven que se esfuerza por sacar buenas notas. Él está encontrando un camino en el que muchas instituciones educativas le abrirán las puertas con becas y oportunidades académicas. Sin embargo, sacar buenas calificaciones jamás ha sido equivalente a tener un éxito garantizado. La fe en el potencial de uno mismo, creer en tus habilidades, en tus talentos, en tus sueños y ponerlos al servicio de los demás es el mejor camino para tener éxito. Tan solo recuerda que Walt Disney llegó a California con 4 dólares en la bolsa, y tras varios fracasos llegó a estar endeudado con millones de dólares. Sin embargo, la fe en lograr su sueño de hacer que los monitos hablaran y se movieran en pantalla, su persistencia, su perseverancia y el uso de sus talentos para dibujar, lo convirtió en un éxito mundial.
Te invito a reconocer al menos cinco cualidades positivas en tus hijos que no tengan nada que ver con su éxito académico. Y que, durante una semana, una vez al día le digas una de estas frases, que incluya una de las cualidades que descubriste: “Hijo, sabías que algo que me encanta de ti es que eres…. Hijo, nunca te había dicho que algo que admiro de ti es que eres… Hijo, el otro día me sentí muy orgulloso de ti cuando… Hijo, reconozco que últimamente te has esforzado en ser… Hijo hoy te quiero decir que algo que me agrada de ti es que eres…”
Aquí te presento muchos adjetivos, que no necesariamente se relacionan con la escuela para completar esas frases. Identifica las características que ya son de tu hijo en este listado y complementa las frases anteriores. Paciente, amable, cariñoso, alegre, entusiasta, creativo, dedicado, ordenado, discreto, confiable, fuerte, valiente, honesto, compasivo, divertido, buen amigo, solidario, leal, persistente, deportista, respetuoso, comprensivo, artístico, cuidadoso, buen cocinero, bueno para escuchar a las personas, grata compañía, considerado, bueno para hacer sentir bien a los demás, gran sentido del humor, optimista, amoroso, expresivo, intuitivo, musical, original, auténtico, íntegro, que sabe perdonar, noble, carismático.
Ahí la tienes, una gran lista para sembrar semillas de fe en tu hijo. Recuerda que las palabras que salen de nuestra boca son como semillas que se siembran en la mente de los niños. Y como toda semilla unas crecen y otras mueren. Por eso, tenemos que tener cuidado de decir frases que les hagan creer a nuestros hijos que si no les va bien en la escuela es igual a un futuro triste o fracasado.