Hace varios años, el doctor F., Harely, un renombrado terapeuta de parejas, investigó a más de 700 casos de infidelidad en el matrimonio, para tratar de encontrar un común denominador a este fenómeno. “Nadie entra a la iglesia con una pistola en la cabeza, jurando amor y fidelidad eterna a su amado, pensando que en un par de años, le será infiel y le causará un profundo dolor a su familia. Yo deseo saber si hay un factor inconsciente en la mayoría de las parejas que pasan por este tropiezo tan doloroso”, decía el Dr Harley al hacer su investigación.
Para mi sorpresa, al leer su trabajo, encontré que uno de los factores centrales en la infidelidad de la mayoría de las parejas es la incapacidad de los cónyuges para RECONOCER y HABLAR de lo que REALMENTE SIENTEN. Según el Dr Harley, la mayoría de las infidelidades comienzan con un individuo que en el fondo siente un vacío emocional que no es reconocido y mucho menos es comunicado abiertamente en la relación de pareja. A menudo, el vacío radica en no sentirse reconocido, amado, conectado, validado, escuchado o aceptado por su pareja. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la falta de educación para reconocer y comunicar las emociones y la tendencia de muchos a reprimir lo que sienten, hace que hombres y mujeres hagan un esfuerzo por tratar de seguir adelante a pesar de ese dolor que no deja de tocar la puerta en su interior.
Es lo que sucede cuando una mujer pone en último lugar las necesidades emocionales de su esposo y consciente o inconscientemente pone a su bebé, a sus amigas o a sus papás en primer lugar y su esposo sigue haciendo un esfuerzo por complacerla, por darle lo que necesita, sin decirle abiertamente: “Amor mío, últimamente me he sentido descuidado por ti”, o tal vez le pueda decir: “Querida esposa, sé que estás haciendo lo mejor posible por ser una buena mamá, pero quiero que sepas que me hace falta tu cariño, tu reconocimiento y tu ternura”. En lugar de eso, el esposo adormece su dolor con unas cervezas, refugiándose en el mundo del trabajo o de los amigos, con una cara constante de malhumor y sin darse cuenta ambos hacen el vacío más grande.. En muchos casos, el dolor, en lugar de ser expresado sanamente sale con un conjunto de conductas negativas como la crítica y el reclamo, que sólo fomentan las conductas defensivas y agrandan los vacíos.
Es lo que sucede también cuando un hombre olvida hacer sentir amada, valorada, aceptada y reconocida a su esposa, al llegar a casa como zombie que sólo quiere ver Neflix, y la mujer, en lugar de hablar abiertamente sobre su sentir busca un refugio en sus amigas, en otro amigo del pasado, o convierte la situación emocional en un drama de telenovela en el que el esposo no alcanza a ver con claridad el trasfondo del conflicto.
Tras leer esta investigación, poco a poco confirmé que la incapacidad de la pareja para hablar de lo que realmente siente, está en la falta de educación emocional que reciben los niños en su hogar. Mi trabajo con niños, adolescentes y muchos padres de familia me permitió ver que el adolescente promedio no sabe nombrar más de 10 sentimientos, y muchos, al hablar de lo que sienten sólo utilizan las palabras: “Me siento bien o me siento mal”. Así mismo, la mayoría de los niños no sabe más de diez nombres de sentimientos. Y por si fuera poco, al pedirle a adultos promedio que durante 3 minutos digan todos los sentimientos que se saben, la mayoría no dicen más de 14. Cabe mencionar que en mi consultorio tengo una lista de 89 sentimientos, que por años me ha ayudado a clarificar los conflictos emocionales en la relaciones de pareja y en las relaciones padre-hijo.
Pero debes saber, que la ignorancia sobre el bienestar emocional que debe existir en la pareja y en el ser humano no termina ahí. ¿Te has preguntado si tu pareja conoce sus necesidades emocionales y él o ella tiene la confianza de hablar de estas necesidades contigo?, ¿conoces tus necesidades emocionales y reconoces que tu pareja, tiene las mismas que tú porque es un ser humano? ¿Sabías que una de las funciones más importantes de la pareja es cuidar de las necesidades emocionales del uno y del otro?, ¿has analizado si tú y tu pareja tienen la confianza de hablar de lo que realmente sienten, de sus vacíos y de sus necesidades afectivas?
Estoy segura, de que muchos lectores van a contestar que “no” a las preguntas anteriores. Porque a ninguno de nosotros nos enseñaron a reconocer, entender y comunicar nuestras emociones sanamente. Tal vez tú ya hayas sufrido las consecuencias de nos saber hablar de lo que sientes con tu pareja, o de tener una pareja que no sabe hablar de lo que siente y necesita. O tal vez tú al igual que yo, sufriste las dificultades de tus padres cuando era evidente que no sabían manejar su enojo o sus miedos.
Como terapeuta, he tenido el privilegio de ayudar a cientos de parejas y familias a entender su mundo emocional y con ello a fortalecer sus matrimonios. Pero, creo profundamente en que la educación de los niños es la base para evitar los problemas de las parejas de la actualidad. Así que por mucho tiempo mi mente pensaba, y qué tal que comenzamos a enseñar las bases de un desarrollo emocional sano, muchos años antes de que el ser humano decida formar una pareja. Qué tal que enseñamos a los niños desde sus primeros años que ellos son responsables de aprender a manejar sus emociones. Necesito crear algo, que en especial le enseñe a los varones que no por ser del sexo masculino, no tienen permiso de sentir. Así fue como nació mi libro: La Nave de Los Sentimientos. La historia de una nave que no sabía cómo volar, porque no sabía manejar sus botones de sentimientos humanos. Al principio, los botones de la nave se encendían y apagaban sin control, tal como les sucede a muchas parejas que no han aprendido a manejar su enojo, su tristeza y sus miedos. Ese desontrol, hacía que la nave chocara contra ciertos objetos de la galaxia sin saber porqué, tal como les sucede a las parejas cuando chocan por no saber manejar su enojo y sus miedos con inteligencia. Pero, conforme avanza la historia, la nave reconoce para qué sirve su enojo, su miedo, y cada una de sus emociones y aprende a manejarlas con inteligencia. Esto, le permite tener un viaje lleno de amor y alegría por la vida, al igual que les sucede a las parejas cuando, en mi consultorio aprenden a manejar sus emociones.
Decidí que el personaje de la historia fuera una Nave, porque pensé que sería más fácil que los varones se identificaran con ella y dejaran de ver el mundo de las emociones como algo femenino. Decidí que las emociones fueran botones, porque el cerebro tiene circuitos de redes neuronales, que se encienden y se apagan en todos nosotros, como si fueran botones. Sólo que el botón es un elemento que el niño puede ver y tocar y así, lo comprende con mayor facilidad.