“Siento que no le puedo decir que no a mi hijo… Sé que le debería poner más límites a mi niño, pero no sé porqué no encuentro la fuerza para hacerlo”, año con año me dicen muchos pacientes que, se esfuerzan en la ardua tarea de ser padres de familia. Y con frecuencia, al continuar con la entrevista me doy cuenta que estos padres, bien intencionados, muchas veces no se dan cuenta que detrás de su dificultad para decir que no o para poner límites, hay uno o varios miedos incocientes.
El miedo, es una emoción que a menudo nos impulsa a huir. Y cuando no podemos huir de una situación corriendo, este impulso se manifiesta mediante evadir o evitar situaciones en las que tenemos que decir no. He escuchado a algunos padres de familia decir: “No me quiero bajar a la tienda porque el niño va a llorar si no le compro un dulce”. Otros me han dicho que creen que el gobierno debería prohibir que los de las tiendas dejen los dulces al alcance de los niños. No quiero entrar en discusiones sobre lo que debe hacer el gobierno o no, más bien quiero explicar que si los padres de familia aprenden a resolver los miedos asociados con decirles que no a sus hijos, quizás no tenemos que pedirle ayuda al gobierno y disfrutarían más de la crianza de sus hijos.
Hoy te quiero hablar del miedo tan común que existe en muchos padres de familia de no ser amados o aceptados por sus hijos cuando ellos ponen límites. Este miedo irracional que les hace pensar que si sus hijos están enojados, porque les dijeron que no ante una situación, significa que no los quieren. La realidad es que la mayoría de los niños, y en especial aquellos a los que no se les ha puesto límites a tiempo, sienten enojo cuando sus papás les ponen límites. PERO ESE ENOJO NO SIGNIFICA QUE TU HIJO NO TE QUIERE, es representación de un estado emocional que le avisa al niño que lo que está sucediendo va en contra de sus deseos. Y si dejamos que procese su enojo por lo que ha hecho, naturalmente ese enojo se convertirá en tristeza: la emoción diseñada para reflexionar sobre lo que hemos perdido. A veces nuestros hijos deber reflexionar sobre porqué perdieron una ida al cine, o porqué perdieron la posibilidad de ir a una fiesta. Y ese proceso de reflexión vale mucho.
Además, está comprobado que cuando el manejo de los límites se hace con firmeza, cariño y seguridad, la relación no se desgasta y el amor de un hijo difícilmente va a disminuir por que un padre de familia tenga que utilizar la palabra “no”, o por tener que ponerle consecuencias a sus hijos. Si bien es cierto que nuestros hijos van a experimentar consecuencias y emociones negativas cuando sus decisiones sean irrespetuosas, irresponsables o deshonestas. Esas consecuencias o límites que debemos poner, son sus mejores amigas porque les permitirán aprender a través de la experiencia.
Así que hoy, te invito a sentirte seguro del amor de tu hijo, a reconocer que tu valor como padre no depende de que tu hijo esté contento todo el tiempo contigo, y a poner en alto tu capacidad de poner límites, porque de esta depende en gran medida que tu hijo crezca como un individuo respetuoso, responsable, considerado y honesto.