La culpa y la vergüenza son las emociones con el papel más importante en el desarrollo del sentido de responsabilidad. Las personas que no tienen la capacidad de sentir culpa o vergüenza, no pueden tener relaciones armoniosas, ni desarrollar el sentido de responsabilidad. Y es que una de las funciones más importantes de la culpa es avisarnos cuando no hemos cumplido con lo que consideramos nuestra responsabilidad y cuando hemos causado un daño.
Siempre que existen niños irresponsables en casa, existe un problema con el manejo de la culpa y la vergüenza. Con mucha frecuencia, los niños irresponsables tienen uno o dos padres que yo llamo hiperresponsables. Estos son los papás que tienden a sentirse CIEN POR CIENTO responsables por todo lo que ocurre en la vida de sus hijos sin importar la edad que tengan. Se sienten responsables por la tarea de sus hijos, por las calificaciones de sus hijos, por la felicidad de sus hijos, porque sus hijos sean buenos amigos, porque sus hijos estén siempre limpios, porque sus hijos se levanten en la mañana para ir a la escuela, y la lista puede ser muy larga. Y cuando sus hijos fallan, la culpa tan intensa que sienten los impulsa a convertirse en padres rescatadores. Antes de que el niño tope con su realidad de irse despeinado a la escuela, de no llevar la tarea, de olvidar la lonchera, etc.
Los papás se aseguran de llevarle la tarea en el recreo, llevar un cepillo en el auto para que se vaya peinando en el camino, llevarle el desayuno a su criatura porque no se levantó temprano para desayunar, y de ponerle doble ración de comida en la lonchera. Cabe mencionar que este fenómeno muchas de las ocasiones es una conducta inconsciente de los padres. El resultado de este manejo inadecuado de la culpa, son niños que sienten que la responsabilidad de todo en su vida es de sus papás, niños que no reconocen sus sentimientos de culpa o vergüenza cuando se equivocan porque sus papás se sienten culpables o avergonzados de más por ellos. Con esto no quiero decir que mañana sueltes a tu hijo de cuatro años y lo hagas que se haga su desayuno, que llegue a la escuela solito, y no lo ayudes en nada a vestirse. Sólo que tenemos que ir soltando a nuestros hijos gradualmente. Y año con año, darles más responsabilidades, al mismo tiempo que los ayudamos a identificar sus sentimientos de culpa y vergüenza cuando no cumplen con lo que a ellos les corresponde.
El por qué algunos papás tienen mayor propensión a sentirse culpables de más, es un fenómeno que algunos expertos consideran que es aprendido y por lo tanto transmitido de generación en generación. Es decir, si tú tuviste una mamá o un papá hiperresponsable y aprendiste a actuar como él o ella, es probable que ahora tú también te sientas culpable por todos los errores o fallas de tu hijo. Otros expertos, afirman que es un factor de temperamento. Es decir, hay personas que tienen mayor predisposición genética a activar con más intensidad las zonas del cerebro que nos hacen sentir culpa y vergüenza.
Cualquiera que sea la causa de este fenómeno, la buena noticia es que, en el área del manejo de las emociones, siempre podemos hacer cambios y mejorar como seres humanos. Si tú te identificas como un papá hiperresponsable o ves que tu hijo está teniendo dificultades con su capacidad para ser responsable, te invito a hacerle las siguientes preguntas: ¿Conoces cuáles son tus responsabilidades en esta familia?, ¿de qué te sientes responsable a tu edad?, ¿de quién es la responsabilidad de hacer la tarea…de levantarse temprano para ir a la escuela… de bañarse… de tener levantado su cuarto, etc?, ¿conoces cuáles son mis responsabilidades?
Después, hagan una lista comparativa de las responsabilidades de cada integrante de la familia y péguenla en el refrigerador. Explícale a tu hijo como las responsabilidades van siempre de acuerdo a la edad y a la capacidad de cada quién, y cómo cumplir con nuestras responsabilidades nos hace sentirnos capaces y orgullosos de nosotros mismos. Cuando tu hijo no cumpla con su responsabilidad, déjalo que viva las consecuencias de sus acciones y permite que se sienta culpable o avergonzado por lo sucedido. Estas emociones nos impulsan de manera natural a reparar el daño y corregir el rumbo.