¿Has reflexionado lo que significa que entre familiares 70% de la comunicación es no verbal? Esto implica que hables o no, siempre estás comunicando algo a los demás. Y con nuestros hijos, lo que comunicamos tiene un impacto directo y muy profundo en su percepción de sí mismos, en su autoestima y en la confianza que tienen ante la vida. “Pero, ¿de qué depende lo que comunicamos con nuestro lenguaje no verbal?”, me preguntaba uno de mis alumnos en una ocasión. Básicamente lo que comunicamos a los demás depende directamente de lo que estamos sintiendo en un momento determinado.
Por ejemplo, cuando estamos sintiendo disgusto, desagrado o molestia, nuestro lenguaje no verbal tiende a comunicar rechazo. En cambio, cuando sentimos agradecimiento, o cariño comunicamos aceptación y apertura. Y cuando sentimos calma, comunicamos confianza en las personas a nuestro alrededor. Es como si les dijéramos sin palabras: “creo en ti, todo va estar bien”.
Con lo anterior no quiero decir que nunca sientas disgusto. Es natural que algunas de las conductas de nuestros hijos nos hagan sentir disgusto y es muy importante que reconozcan que esta emoción funciona como un sensor que nos avisa cuando ellos actúan en contra de lo que es amable, responsable, respetuoso, honesto etc… Sin embargo, cuando reprimimos nuestras emociones y no hablamos de ellas, a menudo se quedan estancadas, sin resolver. En algunos papás, el disgusto se convierte en un estado emocional crónico que sin palabras puede comunicarles frecuentemente a sus hijos: “Yo te rechazo”. De ahí la importancia de dialogar con ellos y lograr un mutuo entendimiento para que las emociones negativas sean resueltas y así, regresemos a transmitirles mensajes positivos, a través de nuestras emociones positivas.
Recuerda que tu calma, muchas veces le comunica a tu hijo: “Creo en ti… Tú puedes”. Tu alegría invita a tu hijo a disfrutar el momento, a no tomarse las cosas tan enserio, a buscar su propia felicidad. Por otro lado tus sentimientos de gratitud le comunica a tus hijos que los valoras y los aprecias.
Es a partir de esta reflexión que a menudo me pregunto: “¿Qué le quiero transmitir a mis hijos con mi presencia el día de hoy?, ¿Quiero que mi sola presencia comunique calma?, ¿quiero que mi presencia comunique entusiasmo por la vida?, ¿quiero que mi presencia comunique unión?, ¿quiero que mi presencia comunique inspiración?,, ¿quiero que mi presencia les transmita su grandeza?, ¿quiero que mi presencia les recuerde a mis hijos su belleza interna?
Como vez la lista de lo que podemos comunicar en positivo a nuestros hijos durante el día es muy diversa. Y lo mejor es que sólo tenemos que concentrar nuestra atención en lo que nos inspira, nos agrada, en aquello que valoramos, reconocemos o deseamos transmitirles a nuestros hijos. No necesitas saber muchas palabras. Concéntrate en experimentar emociones positivas hacía tus hijos durante una semana y las palabras aparecerán por sí solas.