Se estima que somos el país con mayor sobrepeso infantil en el mundo y las causas son multifactoriales. Sabemos que la comida que elegimos y el nivel de actividad física están directamente relacionados con el peso. Y, por lo tanto, cuando un padre desea que su niño baje de peso con frecuencia corre al nutriólogo y a las clases deportivas para hacer cambios positivos en la alimentación y en el nivel de actividad física. Sin embargo, a pesar de tratar de seguir las instrucciones bien intencionadas de los nutriólogos y maestros, a menudo el problema de sobrepeso de sus hijos prevalece. Esto se debe, a que cuando una persona desea bajar de peso y mantenerlo, jamás debe dejar a un lado el factor emocional. Lo que significa que además de buscar apoyo de un buen nutriólogo, también es importante reflexionar acerca de la relación emocional que tu hijo tiene con la comida y el impacto que su mundo emocional tiene en sus hábitos alimenticios.
¿Te habías dado cuenta que a menudo lo que lleva a una persona al refrigerador a elegir la comida inadecuada son estados emocionales negativos no resueltos como la tensión, el cansancio, la tristeza o la preocupación?, ¿Sabías que numerosos estudios han comprobado que la ansiedad y la depresión incrementan la elección de comidas altas en azúcar, harinas y grasas, debido a que cuando las ingerimos provocamos la liberación de neurotransmisores en el cerebro que nos hacen sentir bien por períodos cortos de tiempo?, ¿Sabías que hay estudios que han comprobado que los niños que tienen sobrepeso, tienen mayor dificultad para reconocer y nombrar sus sentimientos que aquellos que no tienen sobre peso?, ¿sabías que muchos padres de familia sin darse cuenta provocan que el niño busque el cariño, la protección y la tranquilidad a través de la comida?, ¿sabías que los estados de ansiedad constantes provocan desequilibrios en los niveles de grasa y azúcar en sangre, así como en la habilidad del cuerpo para deshacerse del peso adicional?
Las investigaciones
en relación al peso y la vida emocional del ser humano son muy claras. Todas
apuntan a que existe una relación directa entre el sobrepeso y la salud
emocional. Por eso, si queremos hijos que no sufran de esta epidemia en nuestro
país, debemos de tener presente el bienestar emocional. Algunas preguntas que
puedes hacerte son las siguientes: ¿En mi dinámica familiar, he enseñado a mis
hijos a buscar el cariño, la seguridad o la felicidad a través de la comida?,
¿Considero que alguno de mis hijos busca calmarse o sentirse seguro comiendo
grandes cantidades de comida?, ¿Le he hablado a mi hijo sobre la importancia de
escuchar los mensajes y sentimientos de su cuerpo cuando ya se encuentra
satisfecho?, ¿Evito expresarle cariño a mi hijo y premiarlo por su buen
comportamiento con postres o dulces especiales?, ¿Mi hijo y yo podemos nombrar
cinco cosas que nos hacen felices sin incluir a la comida?, ¿En mi familia
acostumbramos a reconocer y nombrar las emociones negativas para poderlas
resolver?, ¿He enseñado a mis hijos a manejar sus emociones sanamente?
Las respuestas a estas preguntas te darán una guía útil de algunos cambios que
puedes hacer para que tus hijos tengan una relación emocional sana con la
comida y con ello, las recomendaciones del nutriólogo sean mucho más fáciles de
seguir.