Quiero enseñar a mis hijos a manejar su s emociones con inteligencia ¿cómo empezar?

En este momento estás viendo Quiero enseñar a mis hijos a manejar su s emociones con inteligencia ¿cómo empezar?

Quiero enseñarles a mis hijos a manejar sus emociones con inteligencia, pero creo que primero tengo que comenzar por mi persona”. Si tú piensas así, quiero decirte que estás iniciando la educación de tus hijos con el pie derecho. Porque la manera en la que nuestros hijos manejan sus emociones, depende en gran medida de lo que observen que sus padres hacen con sus emociones. Y la felicidad y éxito de nuestros hijos depende en gran medida de la forma en la que ellos manejen sus propias emociones. Es decir, si ellos ven que tú acostumbras vencer tus miedos, en lugar de quedarte paralizado, tus hijos de manera inconsciente van grabando recuerdos en la memoria de lo que se debe hacer ante esa emoción. Lo mismo sucede con lo que tus hijos ven que haces al sentir las demás emociones como el enojo, la tristeza, la culpa y la felicidad.

“Y qué puedo hacer si yo soy enojón, Así soy, así nací, y siempre que me enojo grito”, me han dicho algunas personas con gran seguridad, mientras describen la manera en la que reaccionan. Otros se preocupan porque viven nerviosos y no quieren que sus hijos se llenen de miedos. Hoy quiero asegurarte que, al menos en el área del manejo de las emociones, siempre existe la posibilidad de cambiar, porque el ser humano cuenta con una estructura cerebral llamada corteza prefrontal, que, si recibe la información necesaria, tiene la capacidad convertir hasta la emoción negativa más intensa a algo positivo.

Esto, como todo en la vida, requiere de práctica y ciertos conocimientos. Pero no estás solo, uno de los objetivos más importantes de esta página de Facebook es brindar este tipo de herramientas a los padres y maestros.
Hoy te quiero compartir un paso fundamental para comenzar la educación emocional de tu hijo: el reconocimiento de lo que tú tiendes a hacer con tus emociones.

Según Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, de acuerdo al manejo destructivo que las personas le dan a sus emociones podemos clasificarlas en dos grandes grupos. En el primero, están los individuos que tienden a bloquear, ignorar o reprimir sus emociones. A estas personas se les dificulta hablar y compartir lo que sienten, y en especial cuando experimentan una emoción negativa tienden a bloquearla. Este tipo de conductas a la larga genera problemas como el resentimiento, la depresión e incluso enfermedades físicas, porque las emociones negativas que se quedan sin resolver, muchas veces permanecen activas en el sistema nervioso y esto perjudica la salud. Con sólo decirte que después de una hora de permanecer enojados el sistema inmunológico se debilita. Imagina el daño que las personas le provocan a su cuerpo cuando pasan días o meses molestos o irritados.

Otro de los problemas más comunes que tienen las personas que ignoran o reprimen sus emociones son dificultades de comunicación, puesto que un factor indispensable para verdaderamente entendernos es reconocer lo que sentimos y lo que sienten los demás. Aquellos que reprimen sus emociones, a menudo también se desconectan de las emociones ajenas, provocando dificultades para ser empáticos, comprender a los demás y trabajar en equipo.

En el otro extremo de la ecuación, dice Goleman, se encuentran aquellas personas que magnifican sus emociones. Estos individuos tienden a experimentar sus sentimientos con gran intensidad en todo momento. Es como si permitieran que todo su estado emocional se apoderara de ellos y no pudieran hacer nada al respecto. Ellos son los que muchas veces viven en un drama constante en su vida, que les hace percibirse como víctimas de sus sentimientos. El problema más grande de esta conducta, es que cuando permitimos que las emociones negativas se intensifiquen demasiado, el sistema límbico, zona del cerebro principalmente encargada de activar las respuestas emocionales, se apodera de la zona del cerebro encargada del razonamiento inteligente, produciendo que nuestras reacciones se vuelvan muy irracionales e infantiles, dado que el sistema límbico se termina de desarrollar cuando tenemos cinco años de edad. Otro de los problemas más cmunes que viven las personas que magnifican sus emociones son las conductas de riesgo en la adolescencia y la dificultad en los procesos de comunicación ya que la intensificación de las emociones promueve el chantaje emocional. Cuando esto se da en la dinámica familiar, a veces los integrantes de la familia comentan: “ni le vayas a decir a tu papá o a tu mamá porque ya sabes cómo se pone”.

Si a ti te interesa comenzar por ti para enseñarles a tus hijos a manejar sus emociones con inteligencia, hoy te invito a reflexionar lo siguiente: ¿Generalmente yo qué hago con mis emociones?, ¿las magnifico?, ¿las reprimo o trato de evitarlas?, ¿qué aprendí del ejemplo que me dieron mis padres respecto a su manejo emocional?, ¿tuve algún papá magnificador de emociones?, ¿tuve un papá que acostumbraba reprimir sus emociones?

Analiza, reconoce y más adelante seguiré compartiendo lo que podemos hacer con nuestras emociones para que se vuelvan nuestros mejores aliados.