Todos los seres humanos sin excepción tenemos deseos mañana, tarde, y noche. A ratos tenemos deseos de comer, de descansar, o de divertirnos. En ocasiones deseamos comprarnos ropa, tener una casa más grande, hacer más ejercicio, tener más amigos, superarnos, etc. La mayoría de las ocasiones nuestros deseos buscan satisfacer nuestras necesidades. Cuando formamos una pareja, en ocasiones la satisfacción de los deseos y necesidades puede convertirse en algo más complicado, porque muchas veces la satisfacción de los mismos se contrapone. Él quiere descansar, ella quiere salir; él quiere jugar dominó con sus amigos, ella quiere que él le ayude a cuidar a los niños; ella quiere ahorrar para un viaje, él quiere invertir en un negocio. Cuando la satisfacción de dos necesidades distintas se contrapone, los seres humanos nos encontramos ante la presencia de un CONFLICTO.
Por cierto, uno de los fenómenos más naturales en las relaciones humanas. Con esto quiero dejar claro que los conflictos no es el momento en el que hay gritos o amenazas, esto último es tan sólo un camino que algunos eligen para lidiar con ellos. El por qué muchas personas gritan o amenazan ante la presencia de un conflicto es porque en el fondo (y a veces muuuy en el fondo) tienen miedo. Miedo a que sus deseos y necesidades no sean tomados en cuenta y por lo tanto tienen que gritar, intimidar, o amenazar a la otra persona para sentirse escuchados y que se tome en cuenta su necesidad o deseo.
-Ni creas que te vas a ir con tus amigos y me vas a dejar sola aquí en la casa con los niños! -grita una esposa a su esposo cuando en el fondo tal vez tiene miedo de quedarse sola y que su necesidad de descansar o de sentirse acompañada no sea tomada en cuenta.
-Ni un centavo más te voy a dar esta semana -amenaza una pareja que tiene miedo de que el dinero que gana para la familia no sea bien administrado. O tal vez que el dinero que gana no vaya a alcanzar para satisfacer sus necesidades o deseos.
Desgraciadamente, las amenazas a la larga pierden su efectividad porque en el momento que amenazamos o intimidamos dejamos de funcionar como pareja y comenzamos a funcionar como individuos que sólo pensamos en satisfacer nuestra necesidad para ganar la batalla. Y cuando alguien gana un conflicto, el otro lado pierde y por lo tanto no se satisface su necesidad. El resultado, de utilizar esta técnica a la larga es una creciente desconfianza entre la pareja.
Por si fuera poco, si las amenazas no funcionan, muchas parejas utilizan el desprecio. Esta, según el Dr. Gottman, especialista en la investigación sobre la dinámica de la pareja, es una de las conductas más tóxicas y destructivas de las relaciones de pareja. El desprecio consiste en hacer sentir menos, defectuoso, poco inteligente o con menos valor a tu pareja.
-Inútil, ni siquiera sabes cómo hacer bien las cosas cuando se te piden.
-Si fueras un hombre de verdad sabrías qué hacer en estos casos.
– ya te vas a poner como loca otra vez, tomate tus pastillitas, no te puedo decir nada ve cómo te pones.
¿Qué tienen en común estas tres frases? Todas ellas intentan hacer sentir menos a la pareja. Y a la larga erosionan la relación como un veneno que se va acumulando lentamente en la memoria. El veneno es la desconfianza y el miedo. Miedo a sentirte menos valioso o importante ante tu pareja, miedo a que tus necesidades sean ridiculizadas, miedo a sentirte lastimado(a).
Si te identificas con esta información, te invito a que hagas un experimento con tu pareja.
El experimento consiste en que, durante dos semanas, no utilicen frases de menosprecio o de crítica. Si necesitan comunicarse un disgusto, utilicen un tono amable y cariñoso, (prohibido utilizar etiquetas ni adjetivos calificativos que menosprecien, ni frases de sarcasmo que ridiculicen lo que el otro necesita), Por último, ante un conflicto busquen un acuerdo en el que se tomen en cuenta las necesidades de ambas partes. Juntos cuenten los 15 días. Al final del experimento compartan si sienten que lo lograron y qué efecto tuvo en su comunicación. Si lo logras, te aseguro que no te vas a arrepentir.
Y tú, ¿te atreves a proponerle este reto a tu pareja? ¿Crees que lo pueden lograr? al intentarlo no pierden nada, pero la ganancia puede ser mucha. Recuerda: trabajar en la armonía de la pareja es la base para tener una familia armoniosa.